martes, 16 de agosto de 2016

El macrismo y la tentación monárquica



Prometer “pobreza cero” y la “revolución de la alegría” y llevar a la práctica una gestión que perjudica las condiciones de vida del grueso de la población argentina, es como mínimo una grave violación del contrato tácito entre el electorado y el presidente Mauricio Macri.
Y si ese programa es llevado adelante además salteando sin motivo que lo justifique la división de poderes y las normas de procedimiento más elementales, entonces nos encontramos ante un gobernante obnubilado ante la tentación monárquica, como bien lo señala el constitucionalista Raúl Ferreyra en este número especial de revista Comunidad y Desarrollo en la Batalla Cultural, disponible para su visualización hoja por hoja cliqueando aquí.
El de Cambiemos es un gobierno que en sus primeros seis meses de gestión se ha atrevido a reimplantar de facto la posibilidad de la pena de muerte, como advierte en este número el abogado de las Madres de Plaza de Mayo, Eduardo Barcesat, e incluso, como sostiene Eduardo Rinessi,  ex rector de la Universidad de General Sarmiento, a atentar contra muchos de los derechos individuales contemplados por los ideólogos del liberalismo.

sábado, 6 de agosto de 2016

Pobreza cero, falaz utopía

El conjunto de decisiones económicas adoptado por el nuevo gobierno conforma un típico programa neoliberal tendiente a desmontar controles, regulaciones e intervenciones del Estado construido durante el gobierno kirchnerista, con la promesa de liberar las fuerzas del mercado como motor del crecimiento. En contraposición con lo planteado en la campaña de “Cambiemos”, se estima que recién podrá visualizarse durante el año 2017.
Se podrá cuestionar sus consecuencias sociales, la transferencia de ingresos hacia los sectores concentrados de la economía y el seguro impacto sobre el empleo, pero el programa es consistente, con las consecuencias descriptas, pero no sorpresivo en estos puntos, donde Macri está haciendo lo que iba hacer en el área económico –financiera.
En el resto de las áreas de gestión del gobierno, reina el desconcierto. En el espacio político-institucional, Macri no está haciendo lo que dijo que iba hacer, sino que está haciendo lo que dijo que no iba hacer, como la designación de jueces de la Corte por Decreto, el ataque sobre la Ley de Medios y los despidos en el Sector Público, sospechado de revanchismo político y disfrazándolo de que eran “ñoquis”.
Sin embargo, un gobierno democrático nunca puede ser juzgado en blanco o negro, incluso en los peores es posible encontrar alguna política positiva; por ejemplo, en el menemato, se abolió el servicio militar, se modificó la Constitución donde se establecía que el presidente debía ser católico, y se crearon las primeras universidades del conurbano. Un gobierno no puede verse como la aplicación infalible de un plan de gobierno, sino como un conjunto de políticas con un rumbo general, aunque existen también decisiones tomadas a ciegas por fuera de la estrategia general ante situaciones inesperadas.
La tranquilidad es evidente. Frente a la debilidad organizativa e ideológica, cada vez más acentuada, de las fuerzas políticas, se hace necesario repasar la composición social de los partidos políticos y los mundos sociales de sus funcionarios y dirigentes que comparten experiencias de valores y visiones. Ante esto aparecen un gobierno PRO que muestra una homogeneidad social, profesional y fonética extraña desde la recuperación de la democracia, lo que explica que el macrismo, al momento de liberar la economía, reformar la ley de medios o premiar al campo, no haya anunciado, salvo el aumento de $ 400 a los jubilados y pensionados y a la Asignación Universal por Hijo, una sola medida importante en materia de políticas sociales, laborales sanitarias o educativas. Un país ya familiarizado con las advertencias de su Ministro de Economía o la mano dura por la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, las ideas de los responsables que deberían hacer cumplir el slogan “Pobreza Cero” sigue siendo un enigma.
Amparado en ese “slogan”, seductor pero nebuloso, la política social del nuevo gobierno parece estar guiada por el patrón de pisos de protección social elaborado por las Naciones Unidas, con el objetivo de promover la cobertura básica universal de alimentación, salud, educación y vivienda, pero aun ausente en la formulación de las políticas sociales para alcanzar el objetivo prometido en campaña. No se dice nada de cómo alcanzar ese paradigma.
Ahora bien, como principio ordenador, el criterio planteado por Naciones Unidas, puede ser útil para países con bajos niveles de desarrollo, sin ir más lejos la experiencia de las políticas implementadas por gobiernos populares de América Latina: Bolivia redujo su pobreza del 45,2 al 18% con la llegada de Evo Morales y Brasil redujo la pobreza extrema en el nordeste del 22,9% al 7% durante el gobierno del PT.
La pregunta es si este diseño es adecuado para un país como la Argentina, de desarrollo medio. Hoy, no se tiene resultados del nivel de pobreza en el país, consecuencia de los cambios sufridos en el INDEC en la medición de esta problemática. Como también es cierto que la estructura social Argentina es muy diferente a la miseria del nordeste brasileño o las áreas rurales de Bolivia.
Producir avances rápidos partiendo de la hipercrítica es fácil, siempre y cuando las políticas económicas acompañen para llegar a la conclusión de que el tipo de avances a realizar exige enfrentar estructuras de poder. Y difícilmente el macrismo esté dispuesto hacerlo; parece operar sobre criterios de un programa ortodoxo, manteniendo parte de las políticas sociales construidas por el kirchnerismo. Mantener la legitimidad política y la paz social dependerá de los consensos sociales construidos en torno a las medidas de inclusión, la capacidad de movilización de los sectores populares y la resistencia sindical.
Por ejemplo: ¿Se puede enfrentar la crisis habitacional sin enfrentar los intereses de los desarrolladores inmobiliarios? ¿Es posible mejorar la calidad del empleo apostando al agronegocio, la minería la energía y los servicios, siendo estos, los sectores más dinámicos de la economía y los que generan la divisas, pero que no se caracterizan por generar puestos de trabajo?
Las medidas económicas tomadas hasta el momento, con una fuerte incidencia en el valor de los alimentos, alquileres y servicios públicos, entre otros, no hizo más que ampliar la inclusión de pobres a la estructura social, lo que implica una falacia al slogan “Pobreza cero” pregonada durante la campaña.
El planteo de “Pobreza Cero” es falso, porque la pobreza no es una condición absoluta, está ligada no solo a lo que se necesita para comer, sino además al acceso a la vivienda, la salud, el agua, la educación y otros servicios indispensables para la calidad de vida de cada habitante, y en cada Estado la medición de la pobreza es distinta, no existe Pobreza Cero en ninguna parte del planeta. Se podrá hablar de “hambre cero” como lo hizo Lula en el Brasil, pero hablar de “pobreza cero” no es razonable, porque la pobreza no es un todo sino el saldo de una relación entre pobres y ricos, y cuando se cubra una necesidad aparecerá otra.
La Pobreza Cero, como uno de los tres pilares de la campaña de Macri, ha quedado definitivamente en el olvido, como lo dan a entender muchos de sus funcionarios: por ejemplo, la Vice Presidenta Gabriela Michetti, cuando dijo “…los pobres tienen que entender que son pobres y que estaban viviendo una irrealidad…” ó más recientemente el Jefe de Gabinete Marcos Peña “…La Pobreza Cero es una meta inalcanzable …”
En la Argentina, el problema no es sólo la pobreza, sino la desigualdadde la que el gobierno macrista no habla.
*Contador. Especialista en Sistema de Administración Financiera y Control del Sector Público.

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jueves, 4 de agosto de 2016

Quién es responsable de la crisis del Mercosur



Por Eduardo Sigal*

Nadie puede negar en estos días que el Mercosur está atravesando una de sus crisis políticas más complejas desde su fundación, hace 25 años. No haber podido hacer la transmisión de la presidencia pro témpore de acuerdo a lo establecido por el artículo 12 del Tratado de Asunción y el 5 del Tratado Ouro Preto, es algo inédito.

Por lo establecido en esos Tratados, la Presidencia debe pasar cada 6 meses a un miembro distinto, respetando el orden alfabético de cada país miembro: Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela.Terminada la PPT de Uruguay, sin lugar a dudas le corresponde recibirla a Venezuela. Es un hecho abonado en que no es la primera vez que Venezuela ejercería ese rol, ya que en julio de 2013 lo hizo por primera vez, después de haber sido aceptado como miembro pleno del Mercosur. Cualquier modificación de este criterio requeriría la unanimidad de los cinco miembros plenos.

Se perfila una controversia importante que debería ser resuelta con la asunción de la PPT por parte de Venezuela y si alguno de los miembros considera que no corresponde, debería recurrir al Tribunal Permanente de Revisión, creado en 2005, justamente para resolver litigios de interpretación de las normas de Mercosur.

Indudablemente, en la Región se ha producido un importante cambio de orientación política, asentado en voluntad del electorado, como en Argentina, o en maniobras institucionales como en el caso de Brasil, donde se está desarrollando el proceso de juicio político (impeachment) a la Presidenta Dilma Rousseff, y mientras tanto el presidente interino Michel Temer hace tierra arrasada con las tradiciones de Itamaraty de ser el gran jugador Regional construyendo la unidad suramericana. Nunca debemos olvidar que Brasil limita con diez países de la Región.

Ni que hablar de Paraguay, que por medio de su Canciller Eladio Loizaga se ha transformado en un cruzado contra Venezuela, cuestionando un gobierno electo democráticamente como el de Nicolás Maduro, donde existe un parlamento con clara mayoría opositora y donde está en curso un proceso de revocatoria, tal cual lo establece la Constitución de la República Bolivariana. Debería recordar el señor Loizaga que, para dar clases de democracia, en primer lugar debe ser democráticamente responsable y aceptar a los gobiernos que no tiene afinidad con su pensamiento. Ya vivimos destituciones con fundamentación dudosa como en el caso de Fernando Lugo en su país,y no es bueno seguir repitiendo esas metodologías, que también se aplicaron con anterioridad en Honduras, yque ahora intentan en Brasil y Venezuela.

¿Será casualidad o política de las derechas regionales que donde no pueden con los votos han resuelto reemplazar los golpes cívico-militares del siglo XX por la utilización de los mecanismos constitucionales de revocatoria, haciendo uso de mayorías circunstanciales? Como siempre, estas políticas exceden los intereses nacionales y afectan los populares. La ofensiva de estos gobiernos por avanzar con los acuerdos, tanto del Pacifico como el Transpacífico, son indicativos de que diez años después de que fracasara el ALCA por la firme voluntad de los hoy integrantes del Mercosur, se abre el espacio para la revancha. Lamentablemente, los que siempre sufren mucho las consecuencias son los pueblos de nuestros países.

El contexto Regional es complejo y el internacional también para aquellos que creen que con el libre comercio nuestros países se pueden acercar a una especie de panacea. El sistema Capitalista Mundial no ha logrado escapar a su crisis y no hay síntomas serios de recuperación y vitalidad. No me niego a pensar en nuevos mercados y acuerdos para facilitar el intercambio, pero debe hacerse sin ingenuidades, y sabiendo que las consecuencias pueden ser favorables para algunos sectores y nefastas para otros.

¿Hay un Estado preparado para compensar las adversidades de ese intercambio? Creo que políticas como las implementadas por la administración macrista no sirven para esas contingencias, y que por el contrario agudizarán la desocupación y la disminución del poder adquisitivo del salario con el argumento de que debemos mejorar la competitividad.

Recuperar el Mercosur, pensar en su seno como coordinar políticas macroeconómicas, trabajar para desarrollar las cadenas de valor de carácter regional, nos puede si hacer más competitivos en este mundo global. Claro que esto no debe ser solo declamativo, requiere de inversiones económicas concretas, Estados realmente presentes y pensamiento estratégico. Se trata entonces de superar la especulación inmediatista de si nos gusta o no Maduro, Dilma, Macri o cualquier otro y ponernos a pensar en términos estratégico como enfrentamos desde la Región los desafíos del siglo XXI.

* Ex subsecretario de Integración Económica Americana y Mercosur. Artículo publicado en Página/12